La Salgar, es el restaurante Gastronómico de los cocineros Esther y Nacho Manzano. Tienen una estrella Michelín y dos soles Repsol. Situado en el corazón de Gijón, abren en 2004, y su nombre rinde homenaje a la aldea donde nacieron los hermanos y donde abrieron su primer restaurante, Casa Marcial, en Arriondas, galardonado con dos estrellas Michelín y tres Soles Repsol.

Está situado en el corazón de Gijón y con el incomparable entorno del Museo del Pueblo de Asturias, justo enfrente a un precioso horreo. Decorado de forma elegante y sofisticada, nos ofrecen una cocina sencilla, pero muy profunda en sabores, donde se nota la enorme calidad de los productos con los que trabajan a diario.

Según entramos ya te reciben con una sonrisa y con gran amabilidad. Tenemos la barra a la izquierda y el comedor a la derecha, como digo sencillo y elegante a la vez, mientras que dejan un espacio muy amplio entre las mesas, lo que te da una mayor intimidad.

Sus platos son una verdadera gozada, y esto sólo es posible por su buena mano en la cocina y por utilizar productos de primera.

Los perretxikos salteados los bordan, eso sí sólo en primavera.

Sus platos son un verdadero lujo.

A Esther es muy fácil encontrarla en el restaurante, donde su honesta cocina, basada en producto local de gran calidad y respeto por la tradición, combina a la perfección con creaciones innovadoras que desarrolla junto con su hermano Nacho Manzano e incorpora a una carta plagada de matices y sorpresas. He tenido la suerte de comer aquí bastantes veces y os puedo asegurar que combinan mejor que nadie los platos de siempre y con mucha fama como el Arroz con Pitu Caleya, sus riquísimas y cremosas croquetas o la misma fabada, con platos mucho más elaborados y modernos.

Sus croquetas de jamón son muy famosas.

Su clásico torto de maiz.

Con los postres seguimos en la misma línea y disfrutando como chiquillos, combinando postres tradicionales como el Arroz con Leche Tostado o la Torrija, con otros postres más sofisticados, pero eso sí, todo hecho en casa.

Sólo me queda felicitar a Esther y a Nacho por su tan merecido éxito. Y agradecerles el cariño que me han dispensado cada vez que he estado en su casa.