La Bodega Cigaleña, se llama así, por que su viaje se inició en el pueblo de Valladolid, Cigales. Los muros de esta casa son una biografía en la que ya han escrito tres generaciones. Un viaje familiar. El de Mariano Conde Caballero y Moisesa Camazón Benito, autores de las primeras letras. Su luna de miel es el primer capítulo. Llegaron a Santander desde la provincia de Valladolid, recién unidos, y eligieron quedarse para siempre. Venderlo todo y empezar de cero en un nuevo hogar en la España de 1949. Ellos pusieron en marcha un negocio que caló de lleno en su hijo Andrés, empeñado en darle forma a su párrafo del texto. En dejar su sello. Él le dio un vuelco e hizo realidad su idea: la búsqueda del mejor producto para su despensa y, sobre todo, para una bodega que ganó referencias y fama. Hasta convertirse en un museo lleno de sabores de las mejores viñas y también de las curiosidades de todo el mundo, con más de 10.000 ejemplos. Una fórmula ahora en manos de Andrés y de su hermano Juan Conde Laya, encargados de cuidar una herencia de tradiciones y pasión por la gastronomía, sin perder el tren de los tiempos.

Es una bodega, en la que según entras te das cuenta que parece que el tiempo se ha parado en las decenas y cientos de botellas de vino que te envuelven y parece que te lleven a la Castilla de donde provienen los dueños. De decoración castellana, rústica y acogedora.

He podido disfrutar mesa y mantel con amigos y clientes en esta bodega y os puedo asegurar que se preocupan mucho de tener el mejor producto de temporada. Es por esto, por lo que la carta la cambian a lo largo del año, ofreciendo lo mejor de la primavera, verano, otoño o invierno, aunque sospecho que los guisos del otoño les atraen un poco más.

Tienen una gran variedad de platos, empezando por los entrantes, donde te pueden sorprender con una gilda tamañ0 XXL, o como el arroz cremoso con gambas, el tartar de bonito, sus famosos huevos con patatas acompañados de morcilla de cigales, o sus rabas.

La ensalada de perdiz escabechada, la sopa de pescado, canelones de morcilla de cigales, etc.

En pescados, y tratándose de Santander, los tienen frescos, de calidad y muy bien tratados. Desde la lubina asada con crema de oricios, al sencillo bacalao con tomate, las albóndigas de bonito y mucho más.

En carnes mantienen un buen nivel con, entre otros un buen solomillo, unas chuletillas de cordero de Castilla o el chuleton de vaca vieja.

Un buen steak tartar

Las tablas de quesos de Juan son absolutamente fantásticas, suaves, fuerte, de vaca o cabra, los tiene de todas las clases.

Los postres son caseros y podemos ver por ejemplo su propia versión de la famosa tarta al whisky.

De la bodega, que se puede decir cuando tienen miles de botellas de vino, entre ellas nacionales e internacionales y botellas de colección. Simplemente fantástica.

La bodega Cigaleña es ya un clásico de Santander, que merece la pena que vayáis a conocer, aunque sólo sea a tomar un vino con algún pintxo o ración.